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  • María del Carmen E. Franco Chávez

Lo traumático de la existencia


Ninguna duda tuve para elegir una de las conferencias sobre la que hablar el día de hoy, el tema está en todos lados y es totalmente entendible porque ha estado y está siempre presente en la subjetividad, en los últimos tiempos se ha difundido sin recato: La violencia en todos sus sentidos, por ello elegí la conferencia 18 sobre “La fijación del trauma, lo inconsciente”, que no puede entenderse sin la anterior conferencia la 17 ya que es de la que toma sus ejemplos.

En la página “Definición de” el trauma físico se distingue por ser una avería que sufre el cuerpo. Una herida es técnicamente la interrupción de la extensión continuada de las mucosas de la piel, lo que genera que el interior corporal quede comunicado con el exterior. Sin embargo la definición de trauma designa desde Charcot e incluso desde Kraepelin una equiparación de lo físico con lo psíquico; de tal suerte que se considere trauma una lesión física generada por un agente externo o de un golpe emocional que genera un perjuicio persistente en el inconsciente. Freud lo plantea muy bien en esta conferencia desde la concepción económica de los procesos anímicos dice:

“La aplicamos a una vivencia que en un breve lapso provoca en la vida anímica un exceso tal en la intensidad de estímulo que su tramitación o finiquitación {Aufarbeintung} por las vías habituales y normales fracasa, de donde por fuerza resultan trastornos duraderos para la economía energética”. P.252

Lo que nos lleva a las obligadas preguntas ¿cuáles son esas vías habituales y normales?, ¿la tramitación de los síntomas a través de la psicopatología de la vida cotidiana? O bien, ¿el camino de las pulsiones de la represión y entonces el de la compulsión a la repetición?, si tomamos cualquiera de las opciones vemos reflejada las escenas de los ejemplos de las analizantes de Freud, a saber correr de una habitación a otra, se paraba en un lugar determinado de la mesa, tiraba del llamador para que acudiese su mucama, dándole algún orden irrelevante y luego volvía a correr a la primera habitación y que tenía que ver con el correr de su marido impotente o bien la de la joven cuyo ceremonial para dormir era largo quitando todos los relojes por más pequeños que fueran que tenían que ver según la interpretación del analista con el temor a la excitación sexual y al deseo de separar la acción erótica de sus padres. No puedo dejar pasar un enunciado que hasta la fecha tiene la mayor vigencia posible. “La psiquiatría da nombres a diversas obsesiones, y fuera de eso no dice otra cosa”

Sigamos, lo que hay que resaltar aquí es el exceso en la intensidad del estímulo, de modo que está bien aplicado aquello del “estás traumado” que dicen los estudiantes practicando sus análisis salvajes. Es decir, una podría entender que hubo una fuerza violenta que sobrepasó los límites manejables por el sujeto y que ahora manifiesta a cada rato en sus haceres y decires. Más adelante propone que: “Toda neurosis contiene una fijación de esa índole, pero no toda fijación lleva a la neurosis, ni coincide con ella, ni se produce a raíz de ella.” P.252 es decir, se abren las posibilidades para entender las neurosis, no solamente las traumáticas.

Lo que podríamos decir es que todo sujeto que entra en la subjetividad vía lo traumático y no del nacimiento, sino de la existencia de la subjetividad misma, que nos arranca de lo completamente biológico, que todo sentido de los síntomas nos remite a pensar en un momento traumático anterior, que es la entrada a la subjetividad, a la red simbólica. Pero habrá que distinguir, si bien la entrada a la subjetividad es traumática y la organiza de alguna manera, los traumas ocasionados por lo externo violento, no tienen esa misión, al contrario, desorganizan aquélla primera organización, el sujeto no encuentra ningún sentido subjetivo. Algo queda fuera del ámbito simbólico, no se puede hablar de lo padecido, las consecuencias a su vez serán la compulsión a la repetición sin entender que ha sucedido o por qué sigue sucediendo, porque cuando menos se lo espera, aparece una y otra vez colocando al sujeto en una situación cada vez más vulnerable.

Ahora tenemos que decir que no todos los eventos son traumáticos para todos, aquí incide la unicidad del sujeto, lo que puede ser traumático para uno no puede serlo para el otro. Por ello, aunque los loables enfoques psicológicos quieran cargar de sentido a los eventos hablando de ellos, será necesario que el sujeto se pregunte si tiene sentido o no, y cómo le afecta, cómo lo confronta con el vacío, con la castración, porque de no ser así, se convierte en un mandato del Otro. A nivel psicológico insisto, tienen su valor algunos intentos, podemos citar por ejemplo la tentativa de dar un sentido, de no perder la memoria, el linaje que tuvieron las mujeres de Mozambique muertas por SIDA al escribir sus historias en cuadernos que se convertirían en el libro de los recuerdos que dejaban a los hijos que las sobrevivirían amén del impacto traumático de la pérdida materna por el síndrome. Esas historias rememoraban el linaje, daban sentido a los sobrevivientes, los insertaba en la continuidad de una historia simbólica. Fenómeno que también se observa en los sobrevivientes de cualquier evento traumático, los que han tratado de negar el impacto de lo vivido, tienen para sí una vida llena de elementos que los transportan una y otra vez al pasado, como sueños de angustia, miedos, trastornos psicosomáticos, los que hablan de ello en grupos terapéuticos le dan un cierto sentido que les permite no sin problemas continuar más o menos pacíficamente su vida. También hay que considerar que no solo los sobrevivientes por reticencia propia no pueden hablar de lo traumático sino también por el mandato de Otro, recordemos a la ganadora del premio Nobel del año pasado Svetlana Alexiévich en su libro “La guerra no tiene rostro de mujer” cuenta que se le preguntaba por algún varón con cargo militar, ¿por qué no habla de los héroes de la guerra? , ¿por qué se mete en esas historias terribles que no ennoblecen a los combatientes sino que los pone en el lugar de otros sujetos cualquiera, cuando son héroes y heroínas? Aquí está el ejemplo de como el Otro grande prohíbe el recuerdo y evita la tramitación de lo traumático. Por otra parte hay que tomar en cuenta que no siempre el dolor puede ser transmisible, que se manifieste en lo real, en lo que no puede ser elaborado.

Tampoco hay que olvidar que la cultura tiende a ensanchar sus propios límites, por el deslizamiento en los significantes, lo que antes nos parecía aterrador, ahora nos parece hasta tierno en su tratamiento, particularmente recuerdo que no dejaban ver una película a los que eran adolescentes por ahí del 68, “Nacidos para perder” porque era de una violencia brutal. Ahora si la ven, les parecerá un dulce.

Por otra parte la violencia siempre ha vendido, en esta época de sujeto de los mercados es importante considerarlo. Es uno de los tres elementos que más vende, junto con las drogas y el sexo, de manera que pueden relacionarse muy bien, los tres. Es algo de lo ese concepto que Freud trabajará en 1919 “Lo ominoso” aquello familiar desconocido, que se vuelve a hacer presente, por eso nos convoca, nos toca de manera sorpresiva incluso en el cuerpo; aquí viene muy bien lo que dice Žižek:

“Mi premisa subyacente es que hay algo inherentemente desconcertante en una confrontación directa con él, el horror sobrecogedor de los actos violentos y la empatía con las víctimas funcionan sin excepción como un señuelo que nos impide pensar. Un análisis conceptual desapasionado de la violencia debe por definición ignorar su impacto traumático.”p.12

Es decir que por una parte, ese horror sobrecogedor nos devuelve sin proponérselo a lo ominoso, y por otra querría decir también que esa empatía nos convoca a hacer algo, lo que sea, por lo que ante el impacto del horror, solamente se nos ocurren puras tonterías, como cadenas de oración, cursos de valores, dar limosna, ceder juguetes o campañas informativas contra la trata de personas y cosas que al final no tienen disminuyen en nada la violencia, sino que aportan a las otras violencias: a la simbólica del lenguaje, sistémica y sobre todo a la violencia objetiva aquella que se confunde con la “normalidad”.

No habría lugar suficiente para hablar de las manifestaciones de violencia subjetiva, en la propuesta de Žižek, esa donde el agente de la violencia es totalmente identificable, esa que causa la empatía con las víctimas, tal es el caso de los recientes e innumerables hechos de violencia: muertos aquí y allá, descabezados, sujetos desdeñables vistos a ojos de sus atacantes, a quienes se priva de la vida, el trauma entonces, puede quedar en sus deudos, o bien el caso de los desaparecidos que tienen este estatus intermedio entre vivo y muerto, para no hablar de muertos a quienes se busca incansablemente o aquellos diez sujetos a quienes se cortaron las manos y se abandonaron en la carretera, la violación y publicación a través de redes de esta joven argentina, mexicana, iraní, etcétera.

Vale la pena señalar que la violencia que sucede en las calles y en el país, contribuye a que parezca violencia cero o un “estado normal de las cosas” Habrá que hacernos cargo de que la humanidad nunca está en paz debido a la subjetividad, a la falta. Las publicaciones en las redes atemorizan no sólo por lo que publican, sino por los comentarios de los demás que hacen descripciones de lo que pudieran hacerles a esos sujetos identificables de la violencia. Más y más violencia y aunque sean meras fantasías de lo que tal sujeto pudiera pensar hacer a ese otro sujeto torturador de animales o violador de mujeres. La violencia sin duda está ahí.

Ahora lo que falta para algunos es “Orden y Progreso” cualquier cosa que eso signifique, incluso si se regresa a los estados totalitarios en su estado avanzado de economía de mercado, cosa que algunos ven con beneplácito. Como Trump y sus fantasías que se revelan en películas como Los Juegos del Hambre.

La violencia contra las mujeres es un ejemplo descarnado de los muchos que tenemos a la mano, muestra como en general el sexo masculino se siente amenazado por el que pueden obtener, si las otras desiguales se salen de su lugar. Sucede lo que con las muertas en Ciudad Juárez, que no fueron responsabilidad de un asesino serial, sino que a esas mujeres las mataron sus maridos, sus amantes, sus familiares porque ellas que habían soportado este trabajo esclavo en las maquiladoras tenían ese poquito poder económico para decidir sobre lo que se iba a hacer en la familia. Ese evento se convirtió en una afrenta para aquellos hombre que las golpeaban porque eran ellas quienes sostenían el hogar, finalmente las mataron convirtiéndose en un crimen de odio como se registró en la Resolución de la corte sobre Campo algodonero. De odio porque se habían atrevido a querer disponer de su dinero y de su familia, lo que nos remite otra vez a entender que siempre hay que mantener al otro (en este caso las mujeres) en un lugar desigual para poder someterlo. O bien tenemos el ejemplo de las mujeres muertas por sus novios o amantes que se publican en las redes con la excusa de que no eran “buenas mujeres” de cualquier manera ellas habían tenido la culpa, por sus relaciones, por la forma en que vestían o cómo se comportaban. Si bien no se puede hablar en psicoanálisis de víctimas y victimarios sino de una mezcla de discursos, si podemos señalar que los significantes dominantes todavía en estos tiempos hacen referencia a que las decisiones de ellas de portar tal o cual ropa, o de aceptar tener relaciones con uno a muchos, de ninguna manera las convierte en no-sujetos, como esos hombres quisieran verlas, eso que en las redes llamaban re-putas. Ese significante, implica (y eso lo pongo en cuestionamiento) que el cuerpo de esas mujeres que deciden disfrutar o mercar con él, se cosifican por el otro. Ese se convierte en Otro grande que decide a través de la violencia, someter, torturar, traumar o matarlas; porque se entendía que por ser re-putas su cuerpo les pertenecía a los hombres que las mataron, con la justificación de que los habían afrentado. En la segunda década del siglo XXI y todavía la llamada honra de los hombres se coloca en el coño de las mujeres que les pertenecen, que no son iguales a ellos y por tanto deben ser sometidas.

Además del odio y violencia a lo desconocido, a las creencias de los otros, a su aspecto, a organizar nuestro pensamiento en torno a los inevitables prejuicios narcisistas que nos subjetivan, que nos hacen sujetos. La otredad es desigual, por lo tanto se tiene no sólo el derecho sino la obligación de llevarla “por el buen camino” o en el peor de los casos exterminarla, es el ejemplo claro no sólo del nazismo, de la colonización o de las cruzadas, sino de cualquier actividad humana en donde unos piensan que son mejores que los otros porque tienen la razón, o la verdad, o un color de piel determinado, los que detentan primordial y únicamente el discurso del Amo. Lo otro es peligroso porque amenaza desplazar el orden existente, ese orden es el de la violencia cero de la que habla Žižek, esa materia oscura de la que se genera toda la demás violencia. Porque ¿cómo permitir que los raros tengan los mismos derechos? se preguntan los representantes del orden establecido. Hay que colocarlos en un lugar inferior para justificar que no tengan los mismos derechos, quizá digan que están enfermos como la Institución religiosa dice de la homosexualidad o que son inferiores como se dice soterradamente de los indígenas o incapaces como las mujeres.

Siempre lidiaremos con las secuelas traumáticas de lo que le pasa a sujetos la a quienes la violencia sobrepasa. Incluso a nosotros mismos que en nuestra cualidad de sujetos no estamos de ninguna manera exentos de aquella violencia. Las secuelas quedarán de alguna manera en el inconsciente y trascenderán a los propios sujetos, de tal modo que el sentido de los síntomas queda en ese entorno del saber desconocido, porque como dice Freud mismo hay saberes y saberes. El neurótico conocerá sus síntomas, pero no sabrá por qué los realiza. El asunto dice Freud es determinar el para qué, desde dónde y hacia dónde de los síntomas. También habría que agregar el para quién, preguntarse a quién va dirigido.

En esta conferencia Freud contundentemente plantea la fórmula del tratamiento psicoanalítico: “trasponer en conciente todo lo inconciente patógeno. Ahora quizá les asombre enterarse de que esa fórmula puede sustituirse también por esta otra: llenar todas las lagunas del recuerdo del enfermo, cancelar sus amnesias” p.258 es decir, a estas alturas del psicoanálisis freudiano se trataba de ir completando el rompecabezas con las piezas faltantes para que todo tuviera un sentido.

En estos tiempos no puede soñarse con la eliminación de la violencia y en consecuencia de lo traumático que puede ser para algunos, sino se trata de identificarla en la medida de lo posible, saber que está ahí y hacernos cargo de ella. También es cierto que esto es una ilusión, pero como dijo Freud, toda ilusión está animada por un deseo, el deseo que está del lado de la vida. De tal suerte que aunque sea imposible llegar a acuerdos que nos hagan menos miserables la vida, no debemos cejar en el intento, ese es el juego de la vida, tal como lo plantea Derrida con la democracia, “siempre por venir” en el caso de la existencia, siempre tratando de alcanzar la armonía imposible.

BIBLIOGRAFÍA

Freud Sigmund, Obras Completas. Editorial Amorrrotu, Argentina, 2007, 24 T.

Conferencias de introducción al psicoanális, parte III. (1916-1917) T XVI.

Žižek Slavoj,(2009) Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, Argentina: Paidós

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