top of page
Buscar
  • María del Carmen Franco Chávez

EL TRANSFEMINICIDIO: OTRA CARA DEL HORROR A LO FEMENINO

Hace cincuenta y tres años, nací como un animal humano femenino.

Eso me dijeron, significa que era una mujer.

Pero nunca supe qué significaba eso.

Enamórate de un hombre y sabrás…

Me enamoré (varias veces), pero nunca lo supe.

Da a luz y lo sabrás… di a luz,

pero nunca lo supe.

¿Quién soy? ¿Soy? ¿Quién?

¿Soy el que observa o quien es observado?

Leonora Carrington

  1. Transfeminicidio

El término transfeminicidio se refiere al asesinato de mujeres trans, sólo por el hecho de serlo. Este delito, no tipificado como tal, se ha incrementado en nuestro país; según la revista electrónica Ulisex, México es el segundo país con más transfeminicidios en el mundo, definitivamente no se les puede tomar como cosas que pasan, como se señala en la misma revista: “No se puede atender a los feminicidios ni transfeminicidios como casos aislados, por lo que necesitamos un cambio estructural” (Ulisex 2018).

Por lo pronto, el feminicidio está tipificado, aunque en la práctica los números se escondan bajo la figura del asesinato doloso. No obstante, el transfeminicidio ni siquiera alcanza ese estatus. La evidencia demuestra que representa más del 55% de los crímenes de odio[1], de los 473 que se perpetraron entre el 2013 y 2018, 261 fueron a mujeres trans, lo que revela un odio hacia lo femenino, hacia lo diferente, hacia la diversidad (Ramírez 2019). Un odio con saña hacia la otredad.

  1. La discriminación y las violencias

Las mujeres trans son discriminadas en muchos países, también en México. La ley no las contempla como tales; en términos de protección, la autoadscripción no es suficiente. Ellas, como las mujeres cis, están sujetas a diferentes tipos de violencias: laboral, sexual, médica, institucional. Incluyendo el activismo de las TERFs, aquellas que se autodenominan radicales y por lo mismo excluyen de la lucha de la lucha por los derechos de las mujeres a las mujeres trans.[2]

Es importante decir que no faltan, pero tampoco abundan, mujeres trans que se encuentren de día llevando a cabo algún trabajo, que pueda desempeñar una mujer cis. Sin embargo, lo más recurrente es la prostitución, tomando en cuenta que la demanda de sexoservidoras trans o, de la prostitución trans (según la fuente citada) ha aumentado.

Este punto nos lleva a dos más problemáticos: la discriminación a la gente trans, dificulta encontrar un empleo que satisfaga sus necesidades[3] (Expansión mx 2018); y por otra parte, el propio ejercicio de la prostitución. Si se entiende a la última, como oficio libre e independiente, en teoría, no debería existir ningún problema. Cada quien sabrá lo que hace con su cuerpo. Sin embargo, los problemas se recrudecen cuando hay explotación sexual de personas, de las que según el mismo medio de comunicación digital, las trans no están exentas.

El aumento de la demanda en la prostitución trans, es un fenómeno que no se reconoce, algo que se mantiene oculto, porque no se asume que a los hombres cis, los machos, les gusta tener relaciones con ellas, no obstante, se encubre. Es decir, pueden hacerlo (y lo hacen), pagar por sexo con mujeres trans operadas y no operadas, sin problema. Lo que quieren evitar a toda costa es que se sepa, porque ello los colocaría en el lugar de no machos. Incluso, se puede llegar hasta el transfeminicidio, por esconder su gusto por las mujeres trans.

  1. La defensa de pánico

Es por lo anteriormente planteado que la violencia ejercida hasta la muerte sobre las mujeres trans, y su defensa llamada de pánico, sobre “no sabía que era un hombre disfrazado de mujer” debe ser cuestionada severamente. Los que demandan el servicio, saben perfectamente lo que quieren: una mujer con pene, pero que nadie se entere. Porque si se sabe, se pondrá en duda su virilidad y su hombría. “¿Cómo es posible que haya pagado por sexo, con alguien a quien consideran hombre?” Pueden tolerar el hecho de hacerlo, pero no que se sepa. A menudo, cuando se paga por sexo con una mujer trans, se le pide jugar con su pene, aunque a ellas les moleste, lo aceptan porque es parte del “paquete” que venden, sin embargo, no se sienten cómodas, porque al parecer no las buscan por ser mujeres trans, sino justamente, en el imaginario del otro, por ser una mujer con pene.

Sobre esta negación del deseo, recordemos las últimas escenas de la película El lugar sin límites, cuando después de bailar juguetona y seductoramente con la Manuela y de haberla besado, Pancho sentencia:

-Un hombre debe capaz de probar de todo, ¿no cree?,

-pues, cuando usted disponga

El hermano de la esposa de Pancho los ve y lo reconviene:

-órale cuñado, no sea maricón usted también,

-¿qué hice?- responde Pancho,

-te vi que lo estabas besuqueando-, le dice en tono de reclamación.

Ahí cambia la situación de seductora a incómoda, y más que nada peligrosa, Manuela se vuelve objeto de desprecio, se asusta y sale corriendo. Empieza la persecución, ella corre por las calles despobladas, la alcanzan en la camioneta y la golpean hasta matarla.

Este es el ejemplo típico sobre lo que genera violencia: el que se sepa y también la argumentación sobre la defensa de pánico, como si Pancho, y los sujetos que buscan relaciones con mujeres trans, no supieran a lo que se enfrentan, lo que les gusta, sin embargo al ser descubiertos en plena situación, se asustan y piensan, como dijo un analizante de su experiencia, ante la posibilidad de bailar con una y que sus amigos lo vieran: -no puedo ser “un puto güey”-; de ahí, puede desprenderse toda una gama de justificaciones, decires, acciones, a veces hasta la violencia mortal.

Es importante señalar que los hombres, que tienen este tipo de experiencias, siempre saben que tienen sexo con una mujer trans. No se percibe el acto como deleznable, sin embargo la cosa cambia para el sujeto cuando se sabe, entonces sí, se convierte en despreciable. Así se cumple el: “ya lo sé pero aun así” (Mannoni 1990) de Mannoni agregando: pero no puedo dejar que se sepa.

También hay que remarcar que en el lenguaje periodístico, también se las culpa como a toda mujer cis. Según la visión social, al igual que en los feminicidios, ellas siempre tienen la culpa: “se lo han buscado por la forma en la que viven y en los círculos en que se mueven”, así presentan titulares con lo que esperan vender: “Torturan a transexual y encuentran su cadáver con dos balazos en Iztapalapa” esta noticia es del 22 de noviembre de 2019, continua: “se trata de un hombre vestido de mujer”, aquí tenemos la primera falta de reconocimiento, no son mujeres trans, son hombres vestidos de mujer y por eso se buscaron la muerte, siempre son culpables de su destino, por no haber seguido los discursos imperantes. En el caso de la noticia, no dice por quién fue perpetrado la violencia sufrida hasta llegar al asesinato; la nota aumenta la voracidad de trauma de las personas, no hay investigación, ni seguimiento.

Igual que con las mujeres cis, son sus parejas ocasionales o permanentes, quienes generalmente las asesinan. Es la forma del lenguaje que culpabiliza y criminaliza a las mujeres cis o trans, incluso existe una mayor saña con las trans, porque siendo biológicamente hombres, ¡cómo tuvieron la osadía de identificarse y volverse mujeres! De hacerse de eso tan femenino, que tanto seduce a los hombres y que a la vez los asusta. En las notas periodísticas amarillistas se les culpabiliza utilizando epítetos despectivos: mujercitos, invertidos, afeminados, nacos degenerados. Susana Vargas Cervantes, constata que en el terreno del deseo es ambivalente, ya que se les desea y se les denigra. Dice en una de sus páginas:

O de la humillación al deseo homo-erótico. Alejandra es una mujer increíble. Cualquier mujer quisiera verse cómo ella. Puede hacerse mujer en 60 segundos, pero Alejandro es un degenerado. Claudia es la más sensual de todas, pero David es un pervertido. Mientras están ocupando una subjetividad masculina son denigrados y humillados, pero cuando están ocupando una subjetividad femenina son halagados y deseados. Y ésta es la misma contradicción y ambigüedad que existe en la sociedad mexicana extendida (Cervantes 2014).

Lo que muestra a todas luces la ambivalencia ente el deseo y el desprecio.

  1. Freud y la mujer con pene

Pero, la pregunta insiste: ¿En qué se basa este gusto por las mujeres con pene? Desde el psicoanálisis puede pensarse con Freud en las fantasías primordiales, ya vislumbradas por él en la fantasía de la universalidad del falo[4], y en la falta de oposición sexual en la pregenitalidad, temas que trabaja en “Sobre las teorías sexuales infantiles”:

La mujer con pene está en las primeras fantasías de los infantes y se retoman en el soñar de los adultos. En estado de excitación sexual nocturna derriba a una mujer, la desnuda y se dispone al coito, pero de pronto la visión del miembro plenamente formado en lugar de los genitales femeninos interrumpe el sueño… se puede observar que ella no ofende a la mayoría de los hombres normales, mientras que las formaciones hermafroditas de los genitales, realmente admitidas por la naturaleza siempre excitan el máximo horror...Si esta representación de la mujer con pene “se ha fijado” en el niño, si ella resiste todos los influjos de la vida posterior y vuelve incapaz al varón de renunciar al pene en su objeto sexual, entonces el individuo aun siendo normal su vida sexual en los demás aspectos, se verá precisado a convertirse en un homosexual, a buscar sus objetos sexuales entre hombres, que por otros caracteres somáticos y anímicos le recuerden a la mujer.

La mujer verdadera, como más tarde se ha discernido, permanece imposible para él como objeto sexual pues carece de encanto… los genitales de la mujer, pervividos luego y concebidos como mutilados recuerdan aquella amenaza (de castración) y por ello despiertan horror en lugar de placer (Freud 1996, 192).

La ambivalencia del horror a la castración y su seducción es una de las posibilidades de entender tanto los feminicidios como los transfeminicidios. Recordemos que es en el Edipo dónde el sujeto adquiere su identidad sexual, asumiendo un género a costa de reprimir el otro, si tomamos en cuenta la teoría de la bisexualidad también propuesta por Freud. Es hasta la pubertad, o en algún evento de la adultez, que se despierta eso reprimido, puede ser cualquier evento, por ejemplo ponerse una prenda femenina (como en el caso de Einar Weneger, para convertirse en Lili Elbe, la chica danesa), jugar a ponerse maquillaje o cualquier insignia que lo ligue a la femineidad. Este retorno de lo reprimido, acosa al sujeto de tal manera que puede empezar por la prenda, luego por la ropa interior, luego por el maquillaje y el vestido, todas estas insignias que indican una mujer y que, como todo significante, cambian con el tiempo. Hay que tomar en cuenta que para que un cuerpo devenga mujer u hombre es necesaria la identificación con las insignias de lo femenino o masculino, que puede ser cualquier significante. En el caso de las mujeres podemos nombrar las insignias más reconocidas como los senos, pelo largo, maquillaje. Sin embargo, lo que se escucha a través del dispositivo analítico es que, la forma de acceder al goce es lo que distingue psíquicamente a un hombre de una mujer.

  1. Los derechos

Las mujeres trans sufren acoso, discriminación y violación a sus dereechos por su cromosoma Y, ya que biológicamente pertenecen, según el discurso científico biológico, a la división del lado macho, por lo que son tratadas como monstruos, sin reconocimiento de sus derechos establecidos en la Constitución mexicana, son llamadas “eso” o por su nombre de origen masculino para denostarlas, se pretende causarles culpa por su existencia. Por no sujetarse al control que ejerce el discurso médico.

Como dice la filósofa trans Natalie Wynn, los hombres heterosexuales que buscan sus servicios, tratan de mantener su estatus como tales, es decir, como ciudadanos con todos los derechos, mientras que a ellas se las condena, se las discrimina, se las trata como fenómenos en lo cotidiano del día, y no es que los derechos no estén contenidos en la ley, como la de cualquier persona, sino que el Otro social, no los asume y no los respeta. Wynn menciona que, los hombres que buscan a una mujer trans, deberían avergonzarse no por buscar sus servicios eróticos, que es una actividad libre y de adultos, sino por:

1) Tratar a sus novias trans como sus secretos sucios que nadie debe conocer. Las ven, tienen relaciones eróticas, pero no quieren que nadie lo sepa.

2) Deshumanizarlas y votar para que ellas no tengan derechos. Fuera del espacio de satisfacción del placer, las tratan como fenómenos, que no reconocen como personas y por tanto, no tiene derechos.

3) Rehusarse a salir de día con ellas por el estigma contra su masculinidad, cuando ellas tienen que llevar todo el día el estigma de ser “eso”. Estar con ellas de noche para no asumir su deseo, mientras que ellas con su decisión de vivir como mujeres, enfrentan la discriminación de la mayoría de la sociedad y el no reconocimiento de sus derechos.

4) Atacar a sus novias trans, porque no soportan ser tratados, o percibidos como gays. Cuando la relación es descubierta, las atacan, queriendo desaparecerlas, como si al hacerlo desapareciera toda la historia vivida con ellas.

5) Avergonzarse de que les guste una mujer trans, mientras que ella ya ha tenido suficiente violencia por su elección. Asumirse como mujer trans, en estos tiempos, en este país, es un acto kamikaze; a pesar de toda la discriminación, van abriendo camino para su aceptación, como cualquier sujeto. Aunque en términos legales, según el artículo primero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos:

Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

del dicho al hecho hay mucho trecho, como dice el refrán. Es decir, que por más que se consignen en la carta magna, hay todavía que hacer mucho trabajo en torno a los derechos humanos.

  1. El psicoanálisis y lo trans

De acuerdo con Marta Gerez (siguiendo a Lacan), recordemos desde el psicoanálisis, que el deseo mismo es perverso; esto quiere decir que no existe un objeto natural para el deseo, estos objetos son resultado de una sustitución y desplazamiento, es decir de una subversión. No hay un objeto sexual canónico inamovible, tal como lo muestra la presencia de la pederastia[5], la homosexualidad y todas las llamadas parafilias, en la historia de la especie humana, estas prácticas siempre han existido, el ejercicio de la sexualidad de la especie humana ha sido tan diverso, que no se reduce al comportamiento reproductivo, como lo predica el discurso religioso (que no la práctica). En ese sentido, hay que reiterarlo: no hay objetos predestinados para las pulsiones.

Por otra parte, hay que tener presente que el lenguaje nos ha desnaturalizado, tomando en cuenta que una vez instaurado en lenguaje, nada sería igual para la especie humana, ¿qué es lo natural?, lo natural está totalmente atravesado por el lenguaje, nada es estrictamente “natural”, porque significa diferentes cosas para cada uno de los sujetos. Es más, yéndonos al otro extremo, el deseo siempre es perverso, en la medida que pervierte el objeto. A raíz del deseo, el objeto amoroso se transforma, en el imaginario del sujeto, que lo utiliza a su medida, con fines muy particulares. Un ejemplo es el siguiente, no solo comemos para quitar el hambre, sino que lo hacemos para disfrutar y ese disfrute es tan particular como el sujeto mismo; o para calmar la angustia, o dejamos de hacerlo por las mismas razones. Esa misma actividad: el comer, se ejecuta con diversas expectativas y resultados. Es el mismo caso con las elecciones amorosas. Bajo este marco de comprensión, no se puede considerar a los trans como psicóticos o perversos de antemano. Lo que no quiere decir, por otra parte, que los sujetos trans no estén en la posibilidad de ser psicóticos o perversos, pueden serlo, pero no per se.

El saber psicoanalítico, que está lejos de establecerse como hegemónico, marginalmente como siempre lo ha hecho, puede aportar elementos para desentrañar de donde viene este horror a lo femenino que, desde luego, alcanza también a las mujeres trans, las que portan las insignias de lo femenino. Hay incluso algunas más papistas que el papa, en el sentido de llevar en exceso dichas insignias: maquillaje, tacones, aretes, vestidos, ropa de lentejuelas, brillos, con ello parece que trataran de compensar proporciones de acuerdo a la estructura, tan solo, algunas de, las inmensas pelucas para armonizar la cabeza con los hombros son ostentosas.

Ser una mujer trans u hombre trans, es asumirse como tal, es parecido a la asunción de una etnia determinada, solo por adscripción. Esta adscripción corresponde a su posición de goce en términos lacanianos.

Para ello habrá que recordar las fórmulas de la sexuación que Lacan planteó en el seminario 20 (Lacan 2006).

Para Gerard Pommier, la siguiente fórmula podría ser muy bien una definición del patriarcado, ese sistema que ha negado desde siempre los derechos de las mujeres, identificándolas como su propiedad y como representativas de su honor, veamos la cita (que ya he utilizado en otro lugar), que explica que es eso lo femenino, lo que parece amenazador, aberrante y atrayente: “la función fálica del hombre, como todo, encuentra su límite en la existencia de un X quien niega la función fálica, es lo que se llama la función del padre . El todo se funda así sobre la excepción que niega completamente la función fálica” (Pommier 2018). Digamos el mito fundacional. Del lado mujer, hay algo de lo femenino que pretende rebasar la castración en ese NO TODA, no toda X está en la función fálica . De ahí podemos vislumbrar el misterio que puede significar ese ser mujer para el varón, no toda ella y un algo en ella que no está sujeto a la castración, eso es un misterio para los hombres psíquicamente hablando, que puede ser seductor o aberrante, porque no tiene una definición específica.

Lacan utiliza la lógica Modal para explicar estas posiciones, que llevan a la idea de que ningún sujeto es mujer u hombre con antelación, todos devienen ya sea hombres o mujeres. El que se considera dentro de una posición asume, generalmente sin cuestionamientos, el discurso del Otro para colocarse, teniendo o siendo el falo, esa es la diferencia radical, que tampoco es inamovible.

Del lado hombre, se cree que tiene el falo y entonces parece que el discurso del Otro, le hace creer, sin cuestionamientos qué, como lo posee, confundiéndolo con el pene, tiene derechos especiales, su narcisismo está basado en su potencia, tamaño, virilidad. Por ello no hay nada más aterrador, atemorizante, ni humillante que no haber satisfecho eróticamente a su partenaire.

Ellas por su parte se relacionan con el partenaire como si fueran el falo, son deseadas y desean que se las desee, eso es lo que hacen activamente, se hacen desear. Esta posición puede hacerles creer que si ceden su deseo, el Otro obtendrá el suyo y con ello cumplirán el propio, pero es una trampa, porque no por cederle el deseo al Otro, ella cumplirá el suyo, siempre se encontrará con su falta. Del lado mujer, que es el derecho, las fórmulas indican que no existe ningún ente que no esté sometido a la castración y la segunda fórmula, que no todo ente o sujeto está inscrito en la función fálica, es decir, la mujer como no-toda está sometida a la castración. Ese no toda quiere decir que algo habrá que haya trascendido a la castración, eso puede significar un misterio que seduce o que es aberrante. Ese deseo que permanece siempre como interrogante, como un enigma, porque de acuerdo con Serge André, si alguna vez a un hombre que se queja de que las mujeres le ocultan la esencia de su goce, o de que le mienten sobre su existencia o intensidad se le manifestara un deseo[6] sin rodeos y se expresara su goce en términos llanos, ese hombre saldría corriendo presa de pánico o de asco. Por cierto, que al psicoanálisis no le corresponde esa consigna de “abajo las máscaras” sino al deseo del sujeto.

  1. La lógica Modal

La lógica Modal establece las categorías de necesario, contingente, posible e imposible que utiliza Lacan en estas formulaciones, veamos un ejemplo aplicado a la situación de los trans, trabajado por Jimena Cattáneo (La Voz 2016) que a continuación parafraseamos.

De la pregunta ¿por qué es necesario, para un sujeto trans, recibir un tratamiento hormonal y realizarse cirugías de modificación genital?”

Esta cualidad de necesario puede pensarse en una respuesta posible, desde el psicoanálisis, siguiendo la lógica Modal utilizada por Lacan. La autora plantea que, en todo caso, es necesario que exista una regulación jurídica, que haga ciudadanos con plenos derechos a los sujetos trans, que de otro modo quedan en las fronteras, o por fuera de las posiciones inamovibles femenino-masculino.

Es contingente porque para unas puede ser necesaria la transformación hormonal-quirúrgica y para otras no, depende del modo con el cual se consiente a apropiarse del marco legal y la propuesta científica.

Es imposible pensar que todo es posible, como muchas veces el discurso de la ciencia insta a que se crea. Es imposible que se cambien los códigos genéticos, hay un límite para todo, incluso para la ciencia.

Lo que es posible, es que un sujeto encuentre un camino propio, singular, donde, sirviéndose de la ciencia si lo desea, contando con acceso a la legalidad, encuentre una forma de hacerse un nombre propio y pueda identificarse, más o menos armónicamente, con el cuerpo que tiene, no haciendo de su cuerpo necesariamente un objeto de consumo, víctima de los discursos que dicen cómo ser una persona trans, sabiendo que este proceso nunca va a arribar a ninguna completud.

  1. Desde el Psicoanálisis ¿qué hacer?

La propuesta desde el Psicoanálisis es la misma que para cualquier otro sujeto del inconsciente, a saber, ofrecer un espacio de escucha, para que los sujetos trans puedan reconocer lo posible, lo imposible en cada uno y puedan acceder a su qué hacer con lo posible, para que sorteen las contingencias y se sirvan de las mismas, para acceder a su deseo y se hagan cargo de él.

Que cuestionen sus síntomas y sus deseos para que puedan apoyarse en lo necesario para ser sujetos de derechos y si es que así lo desean, luchar por ellos, pero yendo más allá de los discursos políticos, médicos, psiquiátricos o legales; preguntándose por qué eligieron lo que eligieron; analizando y cuestionando las identificaciones que asumieron sobre el cuerpo que habitan; haciendo de lo posible una cuestión particular y única; asumiendo, o quizá no, el discurso de los mercados, que les indican todo lo que deben adquirir, para llegar a cierta imagen; cuál es el modelo al que deben aspirar, cosas que finalmente, como a cualquier sujeto, nunca los satisfará.

BIBLIOGRAFÍA

Álvarez, Carlos. Vive.com. 03 de 09 de 2015. https://www.vice.com/es_latam/article/kwvgma/los-mujercitos-de-alarma (último acceso: 18 de 11 de 2018).

Cattáneo, Jimena. La Voz. 27 de 08 de 2016. https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/lo-necesario-lo-contingente-y-lo-posible (último acceso: 27 de 11 de 2019).

Cervantes, Susana Vargas. Mujercitos. CDMX: Susana Vargas, 2014.

El lugar sin límites. Dirigido por Arturo Ripstein. Interpretado por Roberto Cobo. 1977.

Expansión mx. 13 de 11 de 2018. https://expansion.mx/empresas/2018/11/13/estas-son-las-empresas-en-mexico-mas-incluyentes (último acceso: 13 de 01 de 2020).

Freud, Sigmund. Sobre las teorías sexuales infantiles. Buenos Aires: Amorrortu, 2015.

Lacan, Jaques. El seminario 20 Aun. Buenos Aires: Paidós, 2006.

Mannoni, Octave. La otra escena: claves de lo imaginario. Buenos Aires: Amorrortu, 1990.

Pommier, Gerard. El futuro del Psicoanálisis en la nueva civilización. Paris, 08 de junio de 2018.

Ramírez, Sergio. La razón.com.mx. 26 de 12 de 2019. https://www.razon.com.mx/mexico/mujeres-trans-victimas-de-mas-de-la-mitad-de-crimenes-de-odio-en-mexico/?fbclid=IwAR2L-1GbG8TBdnnEQX7xR34BTSp7jDM3b08EPUD-BE5voYET3MJFuU0damg (último acceso: 04 de 01 de 2020).

staffUlisexmgz. Ulisex. 03 de 09 de 2018. https://ulisex.com/mexico-el-segundo-pais-con-mayor-numero-de-transfeminicidios/ (último acceso: 21 de 11 de 2019).

[1] El crimen de odio se fundamenta en el prejuicio y se liga a manifestaciones de odio: racial, sexual, étnico, religioso, por nacionalidad, u otras formas de comportamiento, por las que se discrimina a ciertas personas.

[2] Por sus siglas en inglés Trans-Exclusionary Radical Feminist. Aquí se constata la multiplicidad de feminismos. Ellas aseguran que las trans ocupan sus espacios, que son hombres a través de esos discursos merman aún más sus derechos. Es una consecuencia que se veía muy distante, ya que fueron las feministas quienes abrieron con su lucha, la propia de otros grupos discriminados.

[3] Por más que haya empresas certificadas como LGBTI amigables, entre otras: Aeroméxico, American Airlines, Cinépolis, Coca-Cola, Femsa, Facebook México, Ford Motor Company, General Electric, Google, Microsoft, Pepsico México, Petróleos Mexicanos, Uber, Walmart de México.

[4] Entendido como pene.

[5] Que en estos tiempos es un delito y por ello hay penas que inhiben su proliferación.

[6] Si ella también lo supiera, por supuesto.

36 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Mi adiós a Néstor

Fue en Septiembre cuando leímos el Addio de Néstor Alberto Braunstein Illiovich, gran maestro y psicoanalista. Esta es mi forma de responder ante un acto, el último de mi maestro. Este escrito se r

INSIGNIAS DE LO FEMENINO EN UN CUERPO

I. Las insignias Según el diccionario etimológico, insignia, viene del Latín, forma plural y neutral del adjetivo insignis (notorio, distinguido y distintivo) Insignia viene a significar: “las cosas n

El Malestar en la pandemia

En los últimos días se ha mostrado a todas luces lo psíquico del ser humano, eso que nos distingue del resto de las especies. La pandemia que está presente en el planeta, a partir del virus (SRAS-Co

bottom of page