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  • María del Carmen Franco Chávez

ES MEJOR NADA QUE EL SOMETIMIENTO


El título de la colaboración a este evento, nunca me gustó del todo, pero había que dar un nombre, y se hizo. Dar un nombre, nombrar. Eso nos remite a nombrar el tema que nos convoca: El Hambre, el hambre y su relación con lo Inconsciente.

Para hablar de ello, hay que decir primeramente que el cuerpo es nuestra máquina gozante, no podemos sustraernos de ese cuerpo, nos guste o no, sea cual sea, ese que está significado por otros y por lo que creemos que es correcto y no. Y es cual es, porque se ha construido a través de palabras y de los años. Ese depositario del goce que es el cuerpo, no es natural. Recordemos que nada es natural una vez instaurado el lenguaje. Esa identificación con lo que se encuentra en el espejo y con lo que el Otro dice, determina nuestra posición ante todo, también ante el hambre.

En ese trayecto en el que siempre estamos atrapados por discursos de todo tipo, tenemos también el científico nutricionista, que indica los valores nutricionales de la comida, pero no lo que significa y si satisface el hambre. Veamos que plantea.

El discurso nutricionista.

Es apenas en el siglo pasado, hacia 1935, que comenzó a estudiarse la nutrición en nuestro país. Así, se hicieron evidentes las relaciones entre salud y estado nutricional. Como toda disciplina científica utiliza las mediciones sobre los pesos y la masa corporal.

Sin embargo, es importante señalar que la primera tabla utilizada para ubicar “El peso ideal” se hizo por primera vez en 1942-1943, por la compañía Metropolitan Life Insurance Company (lo que ahora es Metlife) y se realizó para calcular el pago de los seguros de vida de sus clientes en relación a lo que se esperaba que pesaran de acuerdo a la media y la expectativa de vida. Esa tabla fue la primera y ha sufrido muchas modificaciones.

El peso como medida de salud, nunca fue suficiente, ni desde la imagen ni desde lo que se considera metabólicamente sano, por ejemplo los llamados Obesos metabólicamente sanos, que son aquellos que comen saludable pero por su genética o sus características tienen una constitución más alta en grasa y en peso. O bien los que son Delgados metabólicamente obesos, es decir, aunque tengan bajo peso, tienen riesgos de padecer enfermedades como si fueran obesos debido a sus hábitos alimenticios inadecuados. Tampoco es totalmente confiable el Índice de Masa Corporal (que es poner en relación la estatura y el peso actual del individuo, es la fórmula que acuñó Quetelet con otros fines), ya que se utiliza para estimar la cantidad de grasa corporal que tiene una persona y determinar si el peso está dentro del rango normal, o por el contrario, se tiene sobrepeso o delgadez. Pero, si observamos la tabla y pensamos en un individuo que mide 1.78 m. y pesa 120 kilos, cuya IMC es de 37.2 resulta que este sujeto tiene obesidad 2 o de riesgo moderado. Esto es cierto para un individuo que no ha desarrollado musculatura y es sedentario, pero no lo es para un físico-culturista, que más bien ha desarrollado musculatura que grasa y no tiene los problemas de salud de la persona sedentaria. Así lo piensa Carmen Escalada, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Para ella, la cantidad de grasa indica mejor nuestro estado de salud.

Todo lo anterior, para decir que no hay consenso entre los discursos médicos y nutricionistas para considerar lo saludable de una persona, porque algunos consideran que hay que tomar no solamente en cuenta el peso, sino también el IMC, la genética, los hábitos alimenticios, de gasto de energía, la cantidad de grasa y su contribución al peso, así como la tipología y el metabolismo de la persona para determinar el pronóstico de su salud.

Pero, ¿qué es el hambre? Muchos de estos discursos médicos indican lo que no es el hambre. Por ejemplo, nos han revelado de alguna manera, que no son las contracciones gástricas lo que se considera el hambre, tampoco la indican los niveles de glucosa en la sangre. Por otra parte existen algunos nutricionistas que tienen varias clasificacione, por ejemplo la de Jan Chozen Bays, (Bays, 2016) pediatra de Harvard y autora del libro "Comer Consciente” existen siete tipos de hambre diferentes, que copiamos a la letra:

“1. Comer por los ojos. El sentido de la vista es un potente estimulante del apetito, nos atraen las manzanas más rojas o las moras más brillantes.

2. Hambre por olores. Seguro que no has podido resistir la tentación de comprar pan o bollos cuando pasas por un horno a primera hora. Es normal, en la antigüedad, el sentido del olfato nos indicaba donde estaban los alimentos y se agudiza cuando estamos en ayunas.

3. Hambre de sabores nuevos. Es lo que nos pasa cuando vamos a un restaurante oriental y pedimos varios platos con sabores dulces, salados, amargos, etc., no podemos parar a pesar de que hemos comido suficiente. Mastica despacio para que tu estómago tenga tiempo de enviar la señal de saciedad al cerebro. O ponte una norma: solo un postre dulce a la semana.

4. Hambre de estómago. Es el hambre física, cuando nos suenan las tripas. Hay que aprender a reconocerlo para saber si es hambre real y necesitamos comer o es un mal hábito, por ejemplo, si siempre has tomado un vaso de leche con galletas antes de acostarte, aunque hayas terminado la cena hace una hora, tienes esa costumbre y necesitas reeducar al estómago para que no te pida su comida a esa hora.

5. Hambre celular. Es el hambre que experimentamos los seres vivos que nos conduce a buscar alimentos para sobrevivir. Nacemos con una apetencia innata por alimentos dulces para obtener energía o por alimentos salados para evitar la deshidratación. Si tu cuerpo te pide algo dulce o salado, te está enviando una señal de que falta algo, revisa la dieta, la hidratación, el sueño y el entrenamiento.

6. Hambre mental. Cuando lees que el chocolate negro es rico en antioxidantes, racionalizas el estudio para justificar tu "enganche" al chocolate, por ejemplo. Es el poder de la mente.

7. Hambre de corazón. Es un hambre sentimental, al buscar en las comidas favoritas el vacío que nos entristece, y que intentamos recuperar con alimentos asociados a la felicidad y a los buenos tiempos. Es importante analizar nuestros sentimientos y no dejarnos llevar por la autocompasión del "pobre de mí, al menos la comida nunca me falla".

Para algunos investigadores como Calzada y Altamirano (León, 2008) que no hablan de hambre, sino de ingesta

“El aporte energético depende tanto de la calidad y cantidad de la ingesta como de la existencia de reservas calóricas para su utilización en el corto, mediano y largo plazo, y se regula a través de señales hormonales procedentes del tejido adiposo, y de los sistemas: nervioso (simpático y para-simpático), gastrointestinal y hormonal…

En el corto plazo, las señales provenientes del sistema gastrointestinal y nervioso ajustan el apetito para impedir tanto el sobrepeso como la pérdida ponderal ante situaciones agudas que comprometen la disponibilidad de energía, en tanto que a mediano y largo plazo son más importantes los mediadores que censan los depósitos totales de energía, el estado endocrino y las condiciones generales de salud.

Cuando el aporte de nutrientes es escaso o nulo, y las reservas se encuentran disminuidas, el organismo debe inducir al mismo tiempo períodos de alimentación en el corto plazo y disminución de la utilización de energía, en tanto que cuando el consumo de alimentos es excesivo y las reservas están aumentadas, debe evitar la ingesta de alimentos y aumentar el metabolismo basal”

O como lo dice el investigador Luis Emilio Carranza (Quispe, Fisiología del Apetito y el Hambre, 2016) en el resumen de su investigación:

“El proceso de la alimentación inicia por el apetito que a su vez engloba tres conceptos: hambre, satisfacción y saciedad. El hambre induce a la ingesta de alimentos; la satisfacción es un estado de plenitud que obliga a dejar de comer y la saciedad es la sensación de plenitud existente hasta el inicio de la próxima señal de hambre, generalmente determinada, por la hipoglucemia (descenso en los niveles de glicemia). Este ciclo está regulado por la presencia de hormonas neuronales e intestinales, entre otros elementos como la presencia de glucosa y otros combustibles en la sangre, etc, pero también de factores ambientales, tales como los horarios de las comidas y la apariencia de los alimentos implicándose de esta manera también los sentidos. Las anomalías o el descontrol de las ingesta de alimentos puede modificar la homeostasis energética y por lo tanto un aumento del peso corporal, es importante conocer este aspecto porque puede conllevar a un grado de obesidad 2 como consecuencia del aumento de las reservas energéticas en forma de triglicéridos. En esta revisión, se estudiarán las hormonas que intervienen en el control del apetito para mantener los niveles energéticos adecuados del organismo”.

El psicoanálisis y el hambre.

Los psicoanalistas sabemos muy bien que el hambre, es un significante y como tal no está controlado por la falta o el exceso de alimentos, sino que adquiere su estatuto en la relación de cómo el sujeto esté sujetado a otros ciertos significantes: maternos, familiares, médicos, amistosos, culturales, etc.

También sabemos que hay que recurrir al concepto de pulsión y recordar que las pulsiones no se satisfacen, siempre queda un resto, que la pulsión es la desnaturalización del instinto. En el caso del hambre, la satisfacción celular no es suficiente y sí, lo sabemos, por ello se explica el éxito de las diferentes cocinas internacionales, acá en México se nos critica por ponerle sabor al sabor, más y más sabor. La comida mexicana se distingue por su barroco. Basta pensar en el platillo favorito de cada quien, para que se nos empiece a antojar aquella comida.

Todo lo anterior, para decir que lo que más nos puede encantar de esa comida, puede ser la misma causa para ser repudiada por otros que se conformaron alrededor de otros significantes: olores, sabores, texturas, colores, etc. Ya que las pulsiones no están predeterminadas y varían de objeto.

Por otra parte, para analizar el fenómeno del hambre, en un país donde se tiene el primer lugar en obesidad infantil desde 2017, habrá que pensar en aquellos significantes que le conminan al sujeto, someterse o no, (so-meterse) meterse bajo el deseo del otro a seguir consumiendo y consumiéndose al atiborrarse de productos no solamente no saludables con poco valor nutricional, sino francamente dañinos para la salud. Un país donde el mercado decide que es lo que los individuos deben comer, donde los etiquetados como obesos son marginados por mostrar sin reserva sus excesos y falta de control sobre su pulsión alimenticia, son un nicho ideal para la voracidad del mercado y lo mismo para la contraparte, las que tienen la posibilidad de abstraerse totalmente de sometimiento, del so-meti-miento (meterse bajo el deseo del otro mintiéndose, anulándose, cediendo su deseo) con los llamados trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia que a su vez tienen subclasificaciones nosológicas, que desde el punto de vista psicoanalítico, carecen de importancia.

También hay que tomar en cuenta algunos determinantes culturales, como por ejemplo comer en México en muchas ocasiones es signo de amor, recordemos aquélla viñeta que circulaba por las redes sociales en donde en cada cuadro un hombre es perseguido por hombres armados, los esquiva y sufre de varios peligros, finalmente llega sudoroso y casi arrastrándose a casa de su madre, cuando la ve, le dice, ¡madre me vienen persiguiendo!, ¡me quieren matar! y ella le dice algo así como: si m´hijito, pero ¿ya comiste?

Así, la comida puede significar una multiplicidad de cosas: desde la “papilla asfixiante”, hasta esa caja de chocolates o galletas que significan “que una no es ninguna”, o “ya, para que dejo una, mejor todas, así ya no tengo la tentación” o “como comerse los problemas” o requisito para estar “chulo de gordo” como antaño, o bien para “endulzarse la triste vida”. Todas las posiciones anteriores y lo que se escucha en la clínica, llevan a entender a la comida como una derivación del seno. En esa línea de pensamiento lo se come es al Otro, se lo incorpora. De ahí la lucha en relación con el Otro, se lo incorpora o se le rechaza hasta la muerte, o de qué manera se lo incorpora.

Así, los psicoanalistas para tratar de explicar el tema del hambre y por lo tanto de la ingesta de comida, así como de los llamados trastornos alimenticios: obesidad, anorexia y bulimia han trabajado desde diferentes hipótesis. Ennumeremos y analicemos algunas de las que trabaja Massimo Recalcati en su libro La última cena. Anorexia y Bulimia (Recalcati, 2011)

Para la obesidad

H1. -Se come para gozar, se come al otro. Entre más se lo come, más se lo integra, menos se le pierde. Esto coincide con equiparar la comida al seno materno, se le incorpora para no perderlo.

H2. -El control superyoico muestra la función de defensa del deseo del otro y por otra la autopunición por haber transgredido su ley, ambivalencia de incorporarlo y alejarlo, comienza la batalla del peso. El sujeto se autocastiga por transgredir el deseo del Otro, empieza su defensa para no ser lo que el Otro quiere.

H3. –La obesidad es una muestra de rechazo a la separación. Podemos observar la misma premisa de incorporación y de la imposibilidad de alejamiento, tratar de conservar a la madre nutricia.

H4. –La comida es una pasión, en el sentido de dominio de la voluntad que perturba la razón, como ananké que indica que el destino no puede ser otra cosa que lo que sucede. Esta hipótesis necesitaría de otra.

H5. -La dificultad para bajar de peso estaría dada justamente por la articulación entre el deseo y ese cuerpo obeso. Plantearse adelgazar seria plantearse perder el deseo y a eso se resiste el obeso.

Para la anorexia.

H1. -La anorexia es un síntoma que puede pertenecer a cualquier estructura. Es un síntoma freudiana y lacanianamente hablando, es un cierto goce cifrado con destinatario específico, que habría que descifrar en el dispositivo.

H2. -El vacío del estómago se equipara a la falta y la abolición de ese vacío, sería como pensar en la abolición del sujeto mismo. Una de las vías de esa abolición, es comiendo, y otra es la abolición del vacío completamente, se habla entonces de la abolición del sujeto y en consecuencia de la muerte.

H3. -La anorexia y la bulimia son goce que agujera el cuerpo. Como síntomas cifrados tienen su cuota de goce que al destruir el cuerpo rozan con la muerte.

H4. -La anoréxica[1] rechaza la mesa del Otro, es una de las patologías del acto, donde hay un goce mudo, del que se quiere librar de la angustia con esos actos.

H5. -Para la anoréxica que el Otro coma es garantía de dos cosas: 1) puede decir que no al Otro y 2) el hecho de que no será devorada por él. Conserva su lugar de negación y de rechazo al otro y de que el Otro tiene otro objetivo y no el sujeto mismo.

H6. -A la anoréxica no le hace falta nada, tiene una posición narcisista. Que denota un desinterés y castigo hacia el Otro.

H7. -Al decir No, la anoréxica introduce un principio de separación con el Otro. Separación necesaria para ser otro diferenciado.

H8. -La anorexia es un síntoma de un accidente en el Edipo, una defensa par que la madre tenga un deseo Otro. Una posibilidad de la psicosis.

H9. -La anorexia es una igualdad a la separación-contra-alienación, la anoréxica juega a hacerse la muerta.

H10. -Ante encontrarse en las fauces del cocodrilo, el sujeto anoréxico prefiere no moverse porque está sosteniendo esa abertura ante la posibilidad de devoración.

H11. -Reducir el cuerpo a no ser, a desaparecer ya que la comida no hace signo de amor, sino al contrario. Hace signo de ser anulado por el Otro.

H12. -La anorexia es una maniobra que busca crear esta posición particular respecto del Otro a través del rechazo. Es una suerte de mostrar la separación.

H13. -La anoréxica grita ¡MUÉSTRAME UN SIGNO DE AMOR! Algo que le indique que tiene lugar en el deseo del Otro. Una suerte de reconocimiento de su ser independiente.

H14. -La anoréxica elige la invisibilidad quiere desaparecer para hacerse visible, para robar la mirada del Otro. Convoca su mirada y su angustia.

H15. -Se teme crecer, se prefiere tener un cuerpo infantil asexuado para la anoréxica. Como si fuera mejor nunca ser mujer como su madre.

H16. -Hay una elevación del cuerpo anoréxico a la función perversa del fetiche: elevar el cuerpo como objeto fetiche, por ello la obsesión escópica por la imagen, haciendo una denegación de la castración.

H17. -La función del fetiche en la anoréxica sirve para proteger al Sujeto de la angustia de castración por la percepción indeseable de la falta de Falo en el Otro, así la anoréxica utiliza una maniobra de denegación de la castración como principio de la diferencia sexual. El cuerpo anoréxico es elevado a nivel de falo imaginario (como objeto fetiche) que opera en contra de la función de la castración

H18. -El cuerpo anoréxico encarna una degradación de la feminidad. Si ser mujer es lo que la madre es, entonces no quiere serlo, es preferible un cuerpo infantil.

H19. -La experiencia anoréxica puede anudarse con la experiencia mística, y que el goce va más allá de la sustancia. Como en el éxtasis gozoso de Santa Teresa.

H20. - Hay una exhibición estética de la anorexia que responde a su mirada dese el espejo.

H21. – La anoréxica se alimenta de la angustia de los que quieren verla comer.

Para la bulimia

H1. -Para la bulímica se trata de ser vista en las huellas que deja de su vómito.

H2. La Bulimia es la ambivalencia del exceso y el rechazo al pecho.

Todas estas hipótesis son perfectamente viables y sí, es posible que para cada hipótesis señalada haya existido un sujeto anoréxico con el que se haya trabajado, sin embargo no hay que olvidar que en esa unicidad que grita el sujeto no podemos meterlo en una hipótesis determinada, habrá que leer, que estudiar sin duda, pero más que nada habrá que dejar que el propio saber del sujeto se imponga, ya que es importante recordar que el saber, así como el comer son rechazados cuando se imponen.

Lo anterior es la gran diferencia con los demás tratamientos, puesto que si se revisa la literatura, nos dejan la impresión de que podemos tener tal como lo dice Recalcati (Recalcati, 2011), una suerte de bulimia de los tratamientos clínicos. En el sentido de probar uno, rechazarlo, probar otro y rechazarlo y así sucesivamente.

La propuesta psicoanalítica es tan sencilla de enunciar como compleja en la práctica. Porque se trata de cuestionar las certidumbres sobre la comida, sobre el cuerpo, sobre el saber para permitir la negociación interna entre el goce mortífero de la comida o de su ausencia con la aparición del deseo que se ha visto velado

Bibliografía

Bays, J. C. (30 de 10 de 2016). 7 tipos de hambre. Obtenido de Teresa´s juicery: https://teresasjuicery.com/blog/2016/08/30/7-tipos-de-hambre/

Escalada, C. (10 de 04 de 2019). El tamaño del plato no influye en la cantidad real que comemos. Obtenido de IMEO: https://stopalaobesidad.com/tag/carmen-escalada/

Frauca, J. R. (31 de 10 de 2017). El peso ideal no existe. Obtenido de El comidista: https://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2017/10/24/articulo/1508859548_109533.html

Fundación Alimentación Saludable. (04 de 09 de 2017). Ser delgado no es sinónimo de estar metabólicamente sano. Obtenido de Fundación Alimentación Saludable: http://alimentacionsaludable.es/noticias/noticia.asp?id=303

Juan, R. (26 de 10 de 2012). El origen del famoso, útil y muchas veces mal interpretado Indice de Masa Corporal (IMC). Obtenido de 20 min: https://blogs.20minutos.es/el-nutricionista-de-la-general/2012/10/26/el-origen-del-famoso-util-y-muchas-veces-malinterpretado-indice-de-masa-corporal-imc/

León, R. C. (Dic de 2008). Reguladores neuroendócrinos y gastrointestinales del apetito y la saciedad. Obtenido de Boletín Médico del Hospital Infantil de Méxio: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-11462008000600007

Notimérica. (2019 de 02 de 2019). México, el país con mayor obesidad infantil del mundo. Obtenido de Notimérica: https://www.notimerica.com/sociedad/noticia-mexico-pais-mayor-obesidad-infantil-mundo-20190217082611.html

Quispe, L. E. (09 de 2016). Fisiología del apetito y del hmbre. Obtenido de Carranza QLI/Enfermería Investiga, Investigación, Vinculación, Docencia y Gestión: file:///C:/Users/Car/Downloads/Dialnet-FisiologiaDelApetitoYElHambre-6194254%20(3).pdf

Recalcati, M. (2011). La Última Cena. Anorexia y Bulimia. En M. Recalcati, La Última Cena. Anorexia y Bulimia (pág. 277). Buenos Aires: Ediciones del Cifrado.

[1] Es importante señalar cuando se habla de la anoréxica, se habla del sujeto anoréxico, que aunque generalmente son mujeres, no dejan de considerarse los varones.

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