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  • María del Carmen Franco Chávez

Sujeto, ética y psicoanálisis


El sujeto es siempre una posibilidad de discusión, se dice siempre que el sujeto de la ciencia es el sujeto del psicoanálisis, y sí, lo es en cuanto está fuera del alcance de la ciencia misma, es el sujeto que no puede alcanzar ninguna ciencia. La ciencia, ese espacio del conocimiento humano que pretende abordar todos los aspectos del ser, se queda siempre incompleta ante la subjetividad. Porque justamente la ciencia excluye al sujeto de su creación y es ahí donde puede entrar el psicoanálisis.

De un análisis terminado, ¿emerge un nuevo sujeto? Esta pregunta tiene otras incluidas: ¿quién es el sujeto del Psicoanálisis? Y ésta a su vez, nos remite por lo menos a otras dos: ¿cuántos sujetos existen? y ¿cuáles son las diferencias entre ellos?

Tengo dos respuestas para la primera pregunta. Por una parte pienso que no hay tal sujeto nuevo, entendiendo como sujeto al sujeto barrado, aquél del que habla Lacan, más bien habrá un sujeto que haya tenido una negociación interna y desconocida para él, que le permita dar cuenta de su castración y de la castración del Otro. Habrá un sujeto que pueda con todo y falta hacerse cargo de ella y asumir la vida como sea su deseo. Dicho de otra forma, el que llega al análisis no “supera”, no cubre la falta, de hecho la asume, no sin dolor existencial. La segunda respuesta es que sí. Si hay un nuevo sujeto en términos relativos, no es el mismo que cuando llegó que cuando el análisis se termina, es otro, otros son sus cuestionamientos y otra su posición al respecto.

Ahora bien, esto nos conduce a preguntarnos de qué sujeto se habla cuando decimos sujeto.

Depende entonces del contexto, es decir, de la cadena significante. Si estoy en una clase de español, el sujeto es aquél que realiza la acción, es de quién se habla, es el sujeto de la lingüística. Si estamos en una institución de crédito el sujeto es sujeto de crédito cuando se le otorga un préstamo y así sucesivamente si pensamos en diferentes disciplinas o áreas del conocimiento. El sujeto del Derecho es el sujeto de las Leyes, que por cierto tiene mucho que ver con el psicoanálisis. El sujeto de la ciencia es aquél que busca la última causa de los fenómenos.[1] Es ese que parece que no tiene subjetividad, es racional, no debe estar influenciado por ninguna emoción ni deseo que no sea encontrar la verdad que anda buscando[2]. Sin embargo, ahí justo donde no se toma en cuenta la subjetividad, ahí es donde se encuentra el sujeto que la ciencia olvida: el sujeto del psicoanálisis, ese sujeto evanescente. Entonces, el sujeto de la ciencia, es el sujeto de la razón. Ahora bien, el sujeto de la filosofía es el ser, el sujeto del psicoanálisis difiere de él, aunque cada análisis empiece con una pregunta por el ser.

En todos los casos de la pregunta por el sujeto, nos topamos con un problema insalvable: la pregunta por el ser qué es una pregunta que linda con la Filosofía y que tiene sus inconvenientes; porque el sujeto, el del inconsciente no es el ser. El sujeto del inconsciente es lo que queda del entramado entre significantes, constituido por la falta que se genera entre ellos, que lo hará sufrir en la existencia y que no siempre se hace presente.

Así que el sujeto del psicoanálisis y significante se implican, recordemos que “el signo es lo que representa algo para alguien y el significante será lo que representa a un sujeto para otro significante[3]” así, el sujeto tiene el lugar de lazo entre los propios significantes en una de sus posibilidades; en otra, debido a sus deslizamientos aparece la carencia del ser en el sujeto porque lo que representa el significante para el sujeto no es lo mismo que para otro.

A veces es sencillo decir las cosas por sus atributos, pero en ocasiones es mejor entenderlas por su ausencia. Es decir, que el individuo es ser completo indivisible de una especie o género según la definición de María Moliner, no es el sujeto del Psicoanálisis. Justamente la característica de no divisible no lo hace compatible con el sujeto escindido por la falta. Tampoco es la persona que llega al dispositivo, porque en tanto máscara, esa prósōpon esconde cosas hasta para su propio portador. No es el Yo, porque bien sabemos que es una pequeña instancia del psiquismo que está en desconocimiento de las otras y que cree que lo que dice es la verdad. Finalmente tampoco es un hombre, mujer adolescente o niña; ya que se entiende una suerte de meter al sujeto en una categoría. Más claro: puede llegar una persona, hombre o mujer y hablar de su yo. Ese no será el sujeto del inconsciente, en palabras de Lacan: “¿a qué llamamos sujeto? Muy precisamente, a lo que, en el desarrollo de la objetivación esta fuera del objeto”[4]

Es debido al dispositivo que se abre la posibilidad de decir de esa persona, que aparece y desaparece el sujeto del inconsciente, por ello se habla de la evanescencia del sujeto; porque aparece cuando menos se espera y es ahí donde el analista lo interpelará, cuando aparece la verdad con su estructura de ficción, en cada aparición sorpresiva a manera de lapsus o de resbalones lenguajeros. Ese sujeto que siempre estará mezclado con el otro, en esa síntesis de múltiples identificaciones[5], nunca se sabe dónde está el sujeto y dónde los otros, ya que en la red de significantes el sujeto tiene un lugar indeterminado. Esto nos hace entendible no solo la pregunta de ¿quién habla? Cuando hablamos, sino la pregunta extrema de: ¿En realidad hablamos? o ¿quién habla a través de nosotros? Siguiendo la lógica de Modesto Garrido.

Por otra parte, nunca hay que olvidar que como dijo Freud en el Yo y el ello: “la diferencia de lo psíquico en consciente e inconsciente es la premisa fundamental del psicoanálisis o dicho de otro modo: el psicoanálisis no puede situar en la conciencia la esencia de lo psíquico, sino que se ve obligado a considerar la conciencia como una cualidad de lo psíquico que puede añadirse a otras cualidades o faltar” es decir, que la persona que habla en conciencia de lo que dice, no es ese sujeto del psicoanálisis.

De tal suerte que como bien dice Laura Páez Díaz de León: “el sujeto del psicoanálisis será el sujeto subvertido de la filosofía en donde la realidad psíquica freudiana vendrá a constituir una forma –siempre singular- de ex -sistencia, notación lacaniana que diluye el significado existencias y predicativo del ser ya que esta noción filosófica del ser, está siempre del lado del significado, y sí ocupa el que el ser es predicativo y existencial. Por eso el sujeto del inconsciente no es el ser” o dicho de otra manera: no hay significado de la existencia y como en la Filosofía el ser está del lado del significado no hay manera de que sean lo mismo.

Freud nunca habló siquiera de sujeto como tal, quien empezó a hablar de sujeto del inconsciente fue Lacan, un sujeto que no tenía nada que ver con otro tipo de sujetos, aunque al principio de su enseñanza hablará del sujeto indistintamente como una persona, individuo o ser humano.

Es a través de su lectura de Sausurre en 1953, a través de Levi Strauss y eficacia simbólica, Heidegger y Jakobson en 1957 que 1960 cuando considera al sujeto como lo representado por un significante para otro significante, que considera al yo como dentro del orden imaginario y al sujeto dentro del orden simbólico. Es decir, que tuvo que transitar por los caminos de la filosofía heideggeriana y la lingüística sausurriana para dar cuenta con el filósofo que el ser se pone de manifiesto al ser atravesado por la angustia; pero siempre es necesario otro significante porque uno solo, no es reconocido por nadie. Se necesita otro, por eso se entiende que un sujeto es lo que un significante representa para otro significante.

Así entonces, el sujeto que vemos en la calle no es sujeto del psicoanálisis, lo será de la ciencia, de la disciplina que hable de él y cómo lo considera; del derecho, del mercado, la lingüística, de crédito, de la religión y todos los etcéteras que puedan pensarse. Sin embargo, si analizamos, para ser un sujeto de cualquier disciplina antes mencionada y otras, es necesario su antesala por la sujeción de la subjetividad,la cultura y en consecuencia del lenguaje. Esto quiere decir que aun cuando se piense en disciplinas o ciencias alejadas del Psicoanálisis es imposible sin la presencia de palabras. Se requerirán palabras, significantes para explicarlas. Hacer descubrimientos, inventos y transmitirlos eso las hace caer en el terreno del lenguaje; es bien sabido que para evitar las pérdidas en la transmisión se recurre a las fórmulas que es a lo que pretende llegar cualquier ciencia, sin embargo al tratar de explicarlas recurrimos al lenguaje y ahí existe sin duda alguna la pérdida. Así que ninguna disciplina llámese científica, humanística o metafísica no puede evitar el terreno del lenguaje y en consecuencia de su pérdida en cualquier forma de transmisión.

¿Qué tendría que ver la ética con ese sujeto evanescente?

La práctica analítica se caracteriza por romper las barreras lenguajeras y crear las condiciones para que ese sujeto del inconsciente aparezca, ahí está el analista para señalarlo, para devolver el mensaje en formainvertida. Esto depende del supuesto que el sujeto en análisis tiene un saber que no sabe que tiene: un saber inconsciente que aparece y desaparece; de tal suerte que el analista se presenta como un señuelo para que emerja el deseo del sujeto por ello se presenta como un objeto causa de deseo que sostiene la apertura para hablar en torno a la falta constitutiva. Evitando la formación de sentido y de entendimiento que es el campo de la psicoterapia por cierto. Creando sus intervenciones para que el deseo tome su

lugar, porque la ética del psicoanálisis es la ética del deseo del sujeto de la que se hará cargo porque de esa posición de sujetos somos responsables, respondemos ante ella y no hay manera de evitarla; tarde o temprano nuestro castigador implacable superyoico actuará para hacerse cargo de lo que ese sujeto del inconsciente haya actuado. Por ello la ética del psicoanálisis no recae ni sobre ningún bien, ni supremo, ni de valores entendidos como se desee en el tiempo que viva el sujeto, sino sobre la experiencia tragicómica de la vida del sujeto. La pregunta ¿has actuado conforme el deseo que te habita? Nos remite a que el deseo siempre es el deseo del otro, pero en todo caso me hago responsable de ello. No podría evitarse aunque se quisiera.

Así, ceder el deseo es de lo que el sujeto ha de sentirse culpable casi nunca puede evitarlo, hay que hacer un gran trabajo de análisis que no es fácil ni pronto. Se cede el deseo al otro para ser amado por él, pero en tanto esa cesión tampoco lo competa porque es imposible, no se logra más que frustraciones de los dos lados y puede entenderse como traición. Volviendo a los bienes, en todo caso no hay otro bien más que el que puede servir para pagar el precio al acceso al deseo. Insisto no hay manera de evitarlo, siempre hay que pagar con una cuota de goce, eso es lo que hay que paga para mantener deseo.

Referencias.

Freud Sigmund (1923) El Yo y el Ello, Argentina, Amorrortu editores

Lacan Jaques, El seminario. Libro 9 La Identificación, clase del 227 de junio de 1962. Infobase

Molinar María (2007) Diccionario del uso del español. Gredos. España

Páez Laura, (1999) En torno al sujeto. Contribuciones al debate. México. UNAM, ENEP Acatlán.

[1] Como si hubiera solo una causa para cada fenómeno.

[2] O mejor dicho construyendo, una verdad que tendrá límites temporales.

[3] Lacan, Jaques. Seminario 9, clase del 27 de junio de 1962. Infobase.

[4] Lacan, el seminario, libro 1, pag. 194. También hay que decir con justeza que Lacan hablaba en un principio del sujeto en tanto ser humano.

[5] Así como la realidad es síntesis de múltiples determinaciones, el sujeto lo es de diferentes identificaciones

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